Cuento Zen. Segundo principio de Reiki.

Sólo por hoy no me preocupo.


   Dos monjes que viajaban de un templo a otro por un camino embarrado por la lluvia, se
  encontraron de pronto con un torrente que atravesaba la senda y que hacía imposible el
  paso. 
  Unos metros más adelante, parada y con la desolación pintada en el rostro, se encontraba
  una joven que no podía cruzar por el peligroso lugar, la corriente era muy fuerte.

  Uno de los monjes no lo pensó dos veces y sin titubear, tomó a la joven y cargándola sobre
  sus hombros la cruzó al otro lado. El otro monje al otro lado de la orilla observaba la escena
con gesto de desaprobación.

Bien entrado el día cuando ya la escena y la anécdota habían quedado atrás, el segundo
monje seguía molesto y con el ceño fruncido, caminaba sólo sin dirigir la palabra a su
compañero.

-¿Se puede saber qué te pasa?-le preguntó este.

-¡Qué me pasa! ¡Qué me pasa! ¿Qué me va a pasar? ¡Has transgredido uno de los principales
preceptos: has tomado en tus brazos a una joven mujer; su cuerpo y el tuyo se han tocado
estrechamente!
El otro monje observándolo con toda tranquilidad y con una breve sonrisa le respondió:
¡Pero cómo! ¿Todavía la cargas encima? Yo hace rato que la dejé a salvo a la otra orilla de la
corriente.


A veces cargamos con un exceso de preocupación, por el pasado, por el futuro, por la culpa, el resentimiento, etc. Cargamos con tantas cosas, tan grandes y pesadas, que caminamos encorvados, dejando de ver todo lo positivo que hay a nuestro alrededor. Este es el momento, aquí y ahora.


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