Sólo por hoy soy agradecido.
Un
joven samurái se dedicaba a prestar dinero y a vivir de la usura amedrantando a
los malos pagadores, sin importarle nada la vida de nadie. Uno de los
endeudados era un pescador a quien visitó para recuperar su dinero. El pobre
pescador huyó aterrorizado del genio del samurái, pues no tenía dinero para
saldar sus deudas.
Horas
y horas anduvo el usurero buscando a su presa, hasta que lo encontró escondido
en la maleza. Al verlo asustado él se hizo más grande y bravucón, enfadado por
no recuperar su dinero. El pescador quiso decir unas palabras antes de morir y
el samurái le dio esa oportunidad.
El pescador comentó que estaba estudiando filosofía y que su frase preferida era: “Si alzas tu mano, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza, restringe tu mano”. El guerrero quedó impactado por las diferentes lecturas que podía hacer de dicha frase. Le recomendó al pescador que siguiera estudiando, pues le daba un año más para conseguir dinero.
El pescador comentó que estaba estudiando filosofía y que su frase preferida era: “Si alzas tu mano, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza, restringe tu mano”. El guerrero quedó impactado por las diferentes lecturas que podía hacer de dicha frase. Le recomendó al pescador que siguiera estudiando, pues le daba un año más para conseguir dinero.
Así
que decidió cambiar de técnica, e hizo como que entraba de nuevo en la casa y
dijo en voz alta que ya había llegado. Su mujer se levantó, contenta del
regreso de su marido, para saludarlo y recibirlo. Se había acostado con su
hija, vestida de samurái, pues tenía miedo de los desconocidos mientras él no
estaba en casa.
Al año
siguiente el samurái fue a casa del pescador, quien lo estaba esperando para
darle lo que le debía más los intereses; pero el samurái le dijo al pescador
que no le debía nada, que él era el verdadero endeudado."Agradecer a la vida cada instante entra en resonancia con un halo de vibración que nos hace estar conectados al Universo, viviendo en armonía y dicha."
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