Nuestras mentes tienen tendencia a distraerse, entorpecerse, moviéndose de un pensamiento o sentimiento a otro. Estamos viviendo constantemente en una atmósfera acelerada, frenética desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Esto, tarde o temprano, cobra su tributo: el stress, la ansiedad que llevamos con nosotros y a nuestro alrededor, empieza a cobrar su tributo en el cuerpo. Nos quedamos anquilosados en los mismos patrones de comportamiento.
La meditación es un proceso gradual de toma de conciencia. Aunque uno puede experimentar una sensación de felicidad al practicar, uno puede experimentar también otras muchas cosas - frustración, somnolencia, aburrimiento, dolor y alegría. Esto no quiere decir que lo estés haciendo mal; eso es sólo la forma en que te encuentras en ese momento. La calidad de la meditación la da la calidad de la presencia.
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